Criolla Chica, apta para elaborar vinos de calidad

El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) incorporó a la Criolla Chica (o Listán Prieto) al listado de variedades reconocidas como aptas para la elaboración de vinos de calidad.

En su resolución 30/2024, el INV consideró que dada su “composición natural polifenólica antociánica”, mediante el uso de las “prácticas enológicas autorizadas” se pueden obtener “vinos tintos de calidad”.

La Criolla Chica es una cepa histórica presente en los distintos países productores del continente americano: es la Uva País de Chile, la Negra Mollar del Perú y la Mission californiana.

El origen de esta variedad se sitúa en el archipiélago de Canarias, y fue una de las primeras uvas en llegar a estas latitudes a comienzos del siglo XVI.

Con el correr del tiempo, en Argentina comenzaron a aparecer entrecruzamientos y mutaciones genéticas que derivaron en variedades nuevas. 

Así surgieron las uvas reconocidas como Criolla, que llevan este nombre porque se generaron en nuestro país de forma natural, entre ellas las Moscatel -a excepción del Moscatel de Alejandría, que también llegó en 1500- y la más reconocida Torrontés Riojano.

Por lo tanto, la Criolla es la adaptación local y autóctona de estas primeras variedades que desembarcaron en el territorio nacional.

Y como en muchos otros terruños, en la Argentina estuvo desde siempre relacionada al vino de mesa; simplemente no existían vinos de calidad elaborados a partir de este varietal.

Esta variedad se caracteriza por sus vinos frescos y ligeros, con notas frutales y una acidez vibrante. 

En los últimos años, ha resurgido como una opción atractiva para quienes buscan vinos fáciles de beber y con una autenticidad rústica.

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