Bonarda, la cepa que supo esperar

La Bonarda, una cepa que pasó un siglo esperando su momento al ser usada como uva de corte en Malbec y otros tintos por su aporte de equilibrio, rendimiento y color, se disfruta hoy como varietal en grandes vinos, ganando cada vez más protagonismo.  

Por ello, Bodega Dante Robino, una de las primeras en usar esta cepa para elaborar vinos de alta gama, busca recompensar la paciencia ofreciéndoles una copa de Bonarda a las personas que esperan su mesa en distintos restaurantes de la Ciudad de Buenos Aires durante agosto.

“Para nosotros, la Bonarda siempre fue una uva especial, ya hay una cuestión sentimental”, explica Soledad Buenanueva, enóloga de Dante Robino.

Según Buenanueva, “más allá de que en Argentina siempre se usó para corte porque daba buen rendimiento, sobre todo en el este, nuestra bodega apuntó a esta cepa y logró una Bonarda ultra premium produciéndola en Agrelo, en un terroir distinto, con otra altura y un manejo especial de finca”.

“Obtuvimos una uva con menor rendimiento pero mayor calidad, y nuestro Gran Dante es uno de los Bonarda más reconocidos del país; no queremos que eso quede acá sino llegar cada vez más lejos”, completó.

Además del icónico Gran Dante Bonarda, esta uva está presente en el resto de las líneas de la Bodega Dante Robino: Legado, Dante Varietales y Nave, con el espumante Rosé.

Esta uva, que llegó a la Argentina a fines del siglo XIX y es la segunda cepa tinta más plantada del país, se destaca por producir vinos de buen color, taninos suaves, muy frutales y de baja graduación alcohólica, característica que va de la mano con las nuevas tendencias; y se desarrolla bien en casi todos los climas y suelos.

Ideal para acompañar pastas rellenas con salsa, bruschettas, carnes rojas, guisos y vegetales grillados; es un vino elegante que deja lucir el perfume de las frutas rojas y tiene el toque exótico y fresco del eucaliptus; con características similares a las del Malbec pero con identidad propia, más fresco y “fácil de beber”.